Viernes 12 de Diciembre de 2008
Sueño Nocturno
Primer Momento:
Viajaba con Marielle en un autobús, no se a dónde íbamos, ella iba vestida completamente de blanco y sentada del lado de la ventana, yo la rodeaba con mi brazo derecho e iba vestido con mi ropa de dormir. La deseaba, la amaba, me encantaba estar con ella y sabía que así sería siempre. No recuerdo más que sensaciones.
Segundo Momento:
Estaba en casa de mi tía Lourdes, era una fiesta para mi sobrino José Ramón y habíaa mucha gente, unas 50 personas, yo no conocía a nadie excepto a mis primos y a mi abuela. Mi primo Memo usaba una barba completa, cerrada, mi primo Ramón usaba el cabello un poco largo. Mi tía le agradecía a mi padre por haber ido, nos decía que todos los que estaban ahí eran sus vecinos. Había mucha comida pero yo no tenía hambre, sólo de pensar en todo lo que había me daba náusea. Vi a mi prima Elizabeth sólo de espaldas cuando salía de la casa, quería correr a abrazarla porque la extrañaba mucho, pero tanta gente me impedía pasar. Todo era pesado, la gente no se miraba a los ojos, los únicos que sonreían eran Memo y mi abuela.
Mi abuela se sentaba junto a mi y me hablaba de mi abuelo, me decía que por la mañana le llevaba unos zapatos que sacaba de una caja, unos zapatos muy bonitos, los dejaba en la puerta del baño y mientras mi abuelo se los ponía, mi abuela le decía [para molestarlo] que no iba a salir, que por qué los zapatos tan elegantes?. Mi abuelo contestaba "Me deja en paz, por favor?".
Incidente:
Bajé de un avión, caminaba por el aeropuerto y dos tipos de gabardina de aspecto pudiente y prepotente se me acercaban riéndose, uno de ellos hablaba conmigo y el otro seguía caminando hacia donde iban inicialmente. La conversación fué:
- Oye, ¿eres hombre o mujer?
- ¿Yo?
- Si, tú
- Pues... hombre
- Es que tienes mucho de mujer
- ¿Ah, si? [sonreía] ¿como qué?
- Pues no se, de verdad pareces mujer
Pensaba en que el tipo aún no había visto mi celular. No recuerdo mi respuesta a esa última frase que me dijo, pero ésta lo hacía enojar, demasiado, se alejaba caminando hacia atrás y en su desesperación, sacaba un iPod de su bolsillo y me lo lanzaba, yo lo atrapaba con la mano derecha y cuando me daba cuenta de lo que había pasado, comenzaba a reírme. Él, frustrado se decidía a tener su iPod de vuelta así que yo corría en dirección contraria.
De repente estaba en una especie de ciudad perdida, el piso estaba muy sucio, las paredes mal pintadas, con suciedad y tags mal hechos formaban pasillos estrechos e interminables. Yo corría con el iPod en la mano y la gente que había ahí se hacía a un lado para dejarme pasar, pensaban que era un ladrón y estaban dispuestos a cubrirme [tal vez]. Llegué al último entronque del último pasillo y miré en ambas direcciones, a la derecha había una puerta negra de lámina; a la izquierda había un último pasillo que parecían ser baños. Seguí corriendo por ese último pasillo y a mi lado derecho había pequeñas puertas [si eran baños]; había dos prostitutas muy jóvenes junto a una de las puertas, me miraban y pensaban en preguntarme si buscaba sexo aunque cuando me acercaba, se hacían a un lado igual que los demás y me dejaban pasar; cerraban el paso detrás de mi.
Al final de ese pasillo corría agua de derecha a izquierda por el piso, bastante, como cuando los lavabos se desbordan, miraba hacia arriba y había una separación entre el techo que estaba sobre mi y el techo de la pared que tenía enfrente. Decidía salir por ahí aunque algo me lo impidió.
A mi derecha, había un hombre de unos 30 años, con un mandil blanco muy sucio, era el que hacía correr el agua. Estaba frente a un lavadero, lleno de agua que se desbordaba; sostenía la cabeza de un perro callejero en la mano izquierda y un cuchillo grande en la mano derecha. Hacía cortes transversales a la cabeza del perro, sus cortes iban de la naríz hacia la nuca y sacaba pequeñas láminas como tomografías que flotaban y escurrían finalmente hacia el piso y seguían la corriente. No vi en dónde terminaba la corriente o a dónde iba el agua, lo miré y volteó hacia donde yo estaba, su expresión era de hastío, de monotonía. Olvidé que alguien me seguía así que, sin molestar al hombre del perro y el cuchillo, me levanté del rincón en el que estaba en cunclillas y regresé por dónde había entrado.
Reinterpretación:
Me encontraba con que había muchas cosas en ese laberinto, tiendas de abarrotes, peluquerías, un zapatero, esta vez caminaba despacio y veía todo. Notába que no había gente en los negocios más cercanos al fondo del pasillo, conforme me acercaba a la salida [o entrada], encontré que todos estaban reunidos en las primeras casas y negocios, rezaban.
Había música, una tonada tétrica pero arrulladora como Your Bedtime Story is Scaring Everyone de In Flames. Por el ventanal de uno de los cuartos ví a un hombre sentado entre algunas personas, todas mirando hacia un lado del cuarto, como una iglesia metida en un cuarto de 6 por 6; el hombre vestía como cura católico pero su ropa era un tanto extraña. Todos rezaban, todos en silencio mientras una persona hablaba por el televisor... todos veían un televisor.
El eco de lo que decía la persona por la TV se escuchaba en todos lados, todos veían lo mismo y todos guardaban silencio. Yo no quise parecer un extraño y arriesgarme a que me pasara algo así que me detuve cerca de la entrada, hasta atrás de otro grupo de personas, a escuchar y aparentar que rezaba, sólo llegué al final de lo que dijo la persona de la TV, y sin saber por qué, hablé al mismo tiempo que todos los demás:
"Amén"
A mi izquierda había un taller de algo, como de bicicletas o maquinaria sencilla, todos rezaban ahí también aunque después del "amén", se escuchó el grito de "ya está!" y un hombre alzaba un triciclo para dárselo, ya reparado, a una mujer que extendía los brazos hacia el mostrador. Después de ese grito, regresó el tumulto que yo suponía habitual, la música cesó y yo miraba hacia la salida aunque no recuerdo si salí de ahí.