25 de enero de 2011
Sueño diurno
Estaba en casa de Arturo, en el love seat de la sala, no recuerdo si veía TV. Chava llegaba y me entregaba mi MacBook, se la había prestado para algo que no recuerdo, alguien hacía un comentario sobre el precio de esa computadora:
Chava: Es nuevecita.
Yo: Es qué?
C: Nuevecita.
Y: Esta computadora?
C: Si.
Y: No inventes, tiene años, es más, te la vendo.
C: En serio?
Y: Si, dame... 5000 pesos.
Yo abría la computadora y la encendía, estábamos esperando a alguien, a alguien que de quien debíamos deshacernos por alguna razón.
Y: Lo único que necesitas es cambiarle la batería, ya no dura tanto, 2 o 3 horas.
C: Pues si la batería es lo interesante...
Titubeé por un segundo.
Y: Le pusiste explosivos plásticos a esto?
C: Si
Y: Y cómo se activan?
C: No se.
Dejé la computadora encendida bajo el sillón individual.
Y: Y es una carga suficiente?... o...
C: Pues si, suficiente para él... y hasta para nosotros si estamos cerca.
Me levanté y fui al cuarto junto a la sala, había otra computadora ahí, le pedí a Chava que me enviara un mensaje a messenger, pensando en que así tal vez se activaría la bomba, él lo hizo y no pasó nada. Comencé a preguntarme cómo es que pudo ponerle una carga de explosivos y no sabía cómo activarlos, me daba algo de miedo que me explotara en mis manos, así que trataba de conjeturar ideas sin acercarme demasiado. Tal vez si la apagaba, al momento de volverla a encender? Tal vez cuando la batería estuviera casi agotada?
Sentí algo de remordimiento, porque al final yo quería a mi computadora e inevitablemente iba a acabar destrozada, con tal de deshacernos de alguien. Supongo que era alguien de quien valía la pena deshacerse.